lunes, 28 de septiembre de 2015

BELLERMAN EN MARACAY Y EL CASTAÑO

  Oldman Botello*

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  (A Jeannette Gross Waldhof, su paisana de Hamburgo)    Ferdinand Bellerman fue un destacado pintor y naturalista alemán nacido en Erfust hace 201 años, el 14 de marzo de 1814 y falleció en Berlín el 11 de agosto de 1899, antes de morir el Siglo de las Luces; en 1842-1845 permaneció en Venezuela; dominaba hasta cierto punto el castellano y en su Diario venezolano, que publicó hace algunos años la Galería de Arte Nacional, describe esos momentos en el país que le permitió recorrer desde Oriente hasta Occidente y los Andes, así como parte de la Guayana y en esas vivencias están la veces que lo asaltaron, cuando les robaron a él y sus ayudantes su equipaje, el temor a encontrarse con los jaguares, cruzar ríos y pantanos y otras anécdotas que vierte con su particular manera directa de decir las cosas en el citado diario, además de dibujar y pintar paisajes, la flora y personajes populares de todo el país.
  Lo interesante es que Bellerman estuvo en Aragua y dejó pinturas y dibujos de Maracay, Turmero, San Mateo, La Victoria, El Consejo, Las Cocuizas, en el viejo camino de Caracas por la serranía arriba del Tuy, la Colonia Tovar, donde permaneció varias semanas compañando a Agustín Codazzi.
   Las referencias de Bellerman sobre Maracay reflejan al pequeño pueblo que entonces era, su vieja iglesia de campanario más corto y que fue elevado en 1919 luego de la muerte del coronel Alí Gómez y cuyo dibujo impresiona, ubicado el pintor para su trabajo en la actual calle Mariño, mirando al norte.
   Cuando arribó a Maracay provenía de Valencia y dice que para entrar al pueblo debía cruzarse un puente primoroso, que debió ser el puente sobre el río El Limón en Tapatapa o el puente sobre el río Güey. Era el 17 de febrero de 1844, a las tres de la tarde, en pleno carnaval por lo que uno de sus compañeros recibió su bautismo con agua. Subió al cerro de El Calvario para apreciar la ciudad y el lejano lago. Ciudad “muy placentera, ordenada y linda”, la piropea.  Partió al siguiente día hacia San Mateo, pasando por Turmero y el Samán de Güere.
    El 7 de marzo siguiente regresó a Maracay acompañado del señor Schael, cuñado del señor Vollmer, dueño de El Palmar, porque se mostraron interesados en subir hasta El Castaño y Ojo de Agua, al pie de la cuesta que sigue a Choroní. Al día siguiente emprendieron la subida y vio los saltos a los que llamaban ojo de agua (nombre que se perpetuó hasta los días que corren y hoy es un barrio cercano a Las Delicias), tiene palabras encomiásticas hacia la vegetación circundante, a los riachuelos que dan origen al río El Castaño, llamado en su curso medio río Maracay y que algunos desubicados llaman río Madre Vieja; dicho río Maracay es el que da nombre a la ciudad y al valle donde fue fundada en 1701.
    Del Ojo de Agua pasaron a la hacienda El Castaño, propiedad de la familia Michelena, a la que pertenecía el diplomático y hacendista don Santos Michelena. Dice que la hacienda “tiene grandes castaños que le dan sombra al café; los castaños, que crecieron silvestres originalmente tienen unas frondas extremadamente hermosas”. Desde la casa de la hacienda, Bellerman pudo observar a un rey zamuro, ave común en el parque nacional de hoy y que le llamó la atención por su vistoso plumaje en el cuello. Luego siguió cabalgando hasta otras haciendas cercanas a la montaña, seguramente la hacienda Palmarito, también de los Michelena, donde vio los inmensos cafetales y le llamó la atención al artista-naturalista que estaban sembradas las plantas en los lugares más escabrosos; presumía era muy difícil la recolección del fruto. Bajaron y siguieron hacia la cuesta en el camino de Choroní, gozándose con el paisaje circundante. Es una lástima que Bellerman no haya dibujado o pintado la zona que visitaba. De Maracay solo dejó la iglesia a la que nos referimos anteriormente.  
    Bellerman y sus acompalñantes regresaron a San Mateo donde permaneció varios días como huésped de Vollmer y dejó varios dibujos de San Mateo, del ingenio Bolívar, la casa de alto, personajes y hasta una pintura del lago a la distancia. Partió en 1845 a su país natal, Alemania pero dejó sus dibujos, pinturas y el interesante diario que contiene 356 páginas, traducidas del manustrito original propiedad del descendiente Peter Bellerman, por Helga Weisgarber  y Nora López.
                                                          oldmanbotello@hotmail.com
                                                       *Cronista del municipio Girardot (Aragua)

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